Aunque en su obra la naturaleza y la historia del arte siempre han estado presentes, es especialmente desde finales de los 90 cuando, recurriendo a una audaz e irónica desmitificación de los códigos estéticos, las pinturas, grabados e instalaciones de Ricardo Mojardín se mueven en un sugerente y personal triángulo de interrelaciones delimitado por la historia del arte, el ser humano y el resto de los animales. No obstante, son siempre estos últimos los que tienen el papel de protagonistas, en unas ocasiones por ser los destinatarios casi exclusivos de las obras expuestas, y en otras por ser el modelo representado
En todas estas series Ricardo Mojardín diluye las fronteras entre humanidad y animalidad, entre lo racional y lo irracional, cuestiona mordazmente la apropiación en exclusiva por el homo-sapiens de conceptos como sensibilidad artística, cultura o espiritualidad, e invita a reflexionar sobre la arrogancia y la prepotencia del ser humano en sus relaciones con los demás seres vivos.